En general, la humedad relativa influye sobre la temperatura del aire, la presencia de vientos, nieblas y llovizna, disminuye la insolación, dificulta la transpiración, crea un ambiente favorable al desarrollo de 'enfermedades, y disminuye el efecto de las aspersiones de agroquimicos. En casi todas las especies frutícolas, una humedad relativa entre 60-80% es recomendable para los procesos de polinización y para regular la transpiración.
Garcés y Saldarriaga (s.f.) recomiendan para la parchita una humedad relativa del 80%, para favorecer la viabilidad del polen y la receptividad de factores importantes para la polinización y la fecundación alta y uniforme. Los efectos de una baja humedad relativa (<40%), acompañada de vientos calurosos, se manifiestan en marchitez de flores, deshidratación y disminución de la fotosíntesis por el cierre de estomas y la muerte de brotes tiernos.